segunda-feira, setembro 25, 2006

"Alrededor del fuego"


Existe una pequeña región bañada por la ribera del río Duero, y enaltecida por el jugo de los dioses, un recóndito paisaje sumergido en la bruma de las entrañas del valle de Bestança. Y que entre molinos, caseríos empedrados, puentes románicos, y arqueología romana encubre la aldea de Boassas, lugar que a simple vista podría parecer al visitante una sencilla y característica aldea rural portuguesa del valle del Duero. Sin embargo, este hermosísimo poblado se transformó con la entrada de la primavera en un encuentro internacional de ceramistas; Un intercambio cultural que en su segunda edición tornaba de nuevo a proporcionar a sus oriundos – unidos en la Associaçao por Boassas, que hace posible este encuentro- la oportunidad de narrar nuevas historias, nuevos fragmentos de relatos, y de recrear nuevos imaginarios con sus visitantes, con esos excéntricos artistas capaces de transformar el barro en piezas animadas.

Los días en Boassas transcurrieron entre certezas claras; la fe del monte, la luz del mediodía, la premura del viento y la lluvia que, en medio del jardín, platicaba, y asediaba a los ceramistas; Mientras el ansioso latido de los días pasaba, entre el sabor de la tierra, (el barro en los alfares y el vino en las barricas) y la armonía de la arcilla que en sus manos desnudas tejían incógnitas formas, sumergidas al fin en el interior de un fuego que las liberaba. Obras que iban labrándose día a día a través del fuego, el agua y el barro..., -ante la atenta y apasionada mirada de Sofía Beça y Manuel dos Santos Cerveira, organizadores del evento y de sus entrañables colaboradores Renascimento y Paula-, subscritas por cada uno de los alquimistas que participaban en el proceso: La calidez del barniz de cadmio selenio fundiéndose al calor del horno en las formas poli fórmicas de Jesús Castañón, la investigación minimalista de Juan Ortí, las formas terrenales de Fernando Malo, las arquitecturas industriales de Xavier Monsalvatje, los líricos jardines de Myriam Jiménez, las poéticas cajas de Thomas Weber, el alienígeno mundo de Juan Luis, la bucólica arquitectura suburbana de Heitor Figuerido y la estética orgánica de Sofía Beça se trababan con la construcción de placas toponímicas que se iban entretejiendo por cada uno de los visitantes como épicos Serpas Pintos trazando un virtual plano cartográfico delineado por la localidad.

Al caer la tarde los caminos tendidos de silencio, la paz de los robles sagrados y la sombra de las violáceas glicerias rompían el venturoso mutismo a través del alboroto de los niños, y el pasear de los ceramistas relajados de un ya consumado día de trabajo. Era el momento en que se divertían entre cervezas y vino verde en la tienda-bar de Fernando que servía al unísono de sala expositiva, momento de intercambio de opiniones, de ideas, de soluciones técnicas o de la sencilla hospitalidad de los aldeanos, con sus bizcochos, pasteles de chocolate, bollos de crema, delicioso bacalao, y sus apetitosos guisos. Todo resultaba atrayente en este particular universo de los ceramistas, alejado del snobismo de otras expresiones plásticas bien más tradicionales como la pintura, la escultura o más innovadoras como el net-art y las nuevas tecnologías; relegadas muchas veces a la potestad de las galerías, y a la dictadura del mercado, e incapaces de compartir encuentros de conocimiento, ideas o emociones. Aquella experiencia resultaba excitante, el contacto directo con la arcilla, el sortilegio del fuego como prolongación de cada uno de ellos, mientras la hoguera de leña o de gas crecía con astucia invocando sus propios sueños.

Y en todo este ir y venir se escuchaba conversar sobre ceramistas como Arcadio Blasco, Enric Mestre o Garraza, y de artistas como Miró, Picasso, Tàpies, Chillida..., que cayeron rendidos a la cerámica, fusionando el conocimiento técnico de los artesanos con la creatividad de los artistas; como citaría el historiador Roland Penrose de la unión Artigas- Miró ; “Conocedor de las técnicas chinas y japonesas, y con la sensibilidad de quien domina todos los secretos de su oficio, Llorens Artigas ha posibilitado que, como artistas y artesanos, se complementen con sus respectivas cualidades al trabajar en colaboración” . Artistas de renombre, que reconocerían algunos la coautoria de artesanos con los que colaboraron, y otros que la negarían como Barceló. Pero sobre todo se escuchaba ese constante compartir conocimientos y experiencias entre artesanos, artistas, o por la visita de algún curioso rompiendo con cualquier tipo de tabúes establecidos. Una noche alrededor del fuego reapareció a través de la oscuridad la ancestral “Soenga” demostración del maestro Manuel Teixeira, -y que indudablemente se la podría disputar con el más conceptual Richard Long-, con el vetusto Barro negro de Gondar, y el feroz misterio de un fuego resplandeciente. Y entre las llamas al fin, parecía oírse susurros ; “bien arde lo que bien hicisteis, bien os consuma aquello que escogisteis con entrega sin fin”.

Rosa Ulpiano
Valencia, 8 de Junio 2006

Sem comentários: